Una vez que vieron cuanto había en la caverna, llenaron de oro y pedrería tres sacos grandes que habían
llevado con ellos y, volviendo sobre sus pasos, después de pronunciar la fórmula de apertura, salieron de la cueva.
Dese entonces vivieron con tranquilidad, usando con moderación y prudencia las riquezas que les había
otorgado el Generoso, que.es el único grande. Así es como Alí Babá, el leñador propietario de tres asnos
por toda fortuna, llegó a ser, gracias a su destino, el hombre más rico y respetado de su ciudad natal.
¡Gracias a Aquel que da sin medida a los humildes de la tierra! He aquí, ¡oh rey afortunado! -continuó
diciendo Schahrazada-; lo que sé de la historia de Alí Babá y los cuarenta ladrones, pero ¡más sabio es Alah!
El rey Schahriar dijo:
-Ciertamente, Schahrazada, que ésta es una historia asombrosa, pues la joven Morgana no tiene par entre
las mujeres de hoy. Bien lo sé yo, que me vi obligado a cortar la cabeza de todas las desvergonzadas de mi palacio.
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