ROMEO ¡Habla! -¡Oh! ¡Prosigue hablando, ángel resplandeciente! Pues al alzar, para verte, la mirada
celeste y alado mensajero a la atónita vista de los mortales, que, con
ojos elevados al Cielo, se inclinan hacia atrás para contemplarme,
cuando a trechos franquea el curso de las perezosas nubes y boga
en el seno del ambiente.
JULIETA
¡Oh, Romeo, Romeo! ¿Por qué eres Romeo? Renuncia a tu padre,
abjura tu nombre; o, si no quieres esto, jura solamente amarme y ceso
de ser una Capuleto.
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