viernes, 14 de septiembre de 2007

Como agua para chocolate - Laura Esquivel


Dicen que Tita era tan sensible que desde que estaba en el vientre de mi bisabuela lloraba
y lloraba cuando ésta picaba cebolla; su llanto era tan fuerte que Nacha, la cocinera de la
casa, que era medio sorda, lo escuchaba sin esforzarse. Un día los sollozos fueron tan fuertes
que provocaron que el parto se adelantara. Y sin que mi bisabuela pudiera decir ni pío, Tita
arribó a este mundo prematuramente, sobre la mesa de la cocina, entre los olores de una
sopa de fideos que estaba cocinando, los del tomillo, el laurel, el cilantro, el de la leche
hervida, el de los ajos y, por supuesto, el de la cebolla. Como se imaginarán, la consabida
nalgada no fue necesaria, pues Tita nació llorando de antemano, tal vez porque ella sabía
que su oráculo determinaba que en esta vida le estaba negado el matrimonio. Contaba Nacha
que Tita fue literalmente empujada a este mundo por un torrente impresionante de lágrimas
que se desbordaron sobre la mesa y el piso de la cocina.


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1 comentario:

Kiira dijo...

Muchisiimas gracias!! ^^ He elegido este libro como novela en el colegio, pero en este momento no dispongo de capital para comprarlo. Me salvaste ^^