–España –murmuró Curro Garrote.
Sonreía torcido, el aire canalla, y había pronunciado el nombre
entre dientes, como si lo escupiese.
Sonreía torcido, el aire canalla, y había pronunciado el nombre
entre dientes, como si lo escupiese.
–La vieja perra ingrata – añadió.
Se tocaba el brazo estropeado cual si de pronto le doliera,
o preguntándose para sus adentros en nombre de qué había
estado a punto de dejarlo, con el resto del pellejo, en el reducto
de Terheyden. Iba a decir algo más; pero Alatriste lo observó de
soslayo, el aire severo, la pupila penetrante y aquella nariz
aguileña sobre el mostacho que le daba el aspecto amenazador
de un halcón peligroso y seco.
o preguntándose para sus adentros en nombre de qué había
estado a punto de dejarlo, con el resto del pellejo, en el reducto
de Terheyden. Iba a decir algo más; pero Alatriste lo observó de
soslayo, el aire severo, la pupila penetrante y aquella nariz
aguileña sobre el mostacho que le daba el aspecto amenazador
de un halcón peligroso y seco.
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