jueves, 30 de agosto de 2007

El lobo estepario - Hermann Hesse




Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en
dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo
estepario. Había aprendido mucho de lo que las personas con buen entendimiento
pueden aprender, y era un hombre bastante inteligente. Pero lo que no había aprendido
era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo.
Acaso ello proviniera de que en el fondo de su corazón sabía (o creía saber) en todo
momento que no era realmente un ser humano, sino un lobo de la estepa.




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La metamorfosis - Franz Kafka





Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en
un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la
cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el que
casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Numerosas
patas, penosamente delgadas en comparación con el grosor normal de sus piernas, se
agitaban sin concierto.




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Así habló Zaratustra - Friedrick Nietzche






Cuando Zaratustra tenía treinta años abandonó su patria y el lago de su patria y marchó
a las montañas. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no se cansó
de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, - y una mañana, levantándose con la
aurora, se colocó delante del sol y le habló así:
«¡Tú gran astro! ¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!




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martes, 28 de agosto de 2007

El alquimista - Paulo Coelho



El muchacho se llamaba Santiago. Comenzaba a oscurecer cuando llegó con su rebaño frente a una iglesia abandonada. El techo se había derrumbado hacía mucho tiempo y un enorme sicomoro había crecido en el lugar que antes ocupaba la sacristía.



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Demian - Hermann Hesse



Permanecí delante de él; y del esfuerzo interior me fui quedando helado hasta el
corazón. Interrogaba al retrato, le acusaba, le acariciaba, le adoraba; llamándole madre,
amada, prostituta y perdida, Abraxas. Recordé las palabras de Pistorius. ¿O eran las de
Demian? No podía recordar cuándo fueron pronunciadas pero creí estar oyéndolas de
nuevo. Eran palabras sobre la lucha de Jacob con el ángel de Dios y aquella frase: «No
te dejaré hasta que me hayas bendecido.»


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Los miserables - Víctor Hugo



Duerme. Aunque la suerte fue con él tan extraña,
El vivía. Murió cuando no tuvo más a su ángel.
La muerte simplemente llegó,
Como la noche se hace cuando el día se va.




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Harry Potter y la cámara secreta - J. K. Rowling



Tras derrotar una vez más a lord Voldemort, su siniestro enemigo en Harry Potter y la piedra filosofal, Harry espera impaciente en casa de sus insoportables tíos el inicio del segundo curso del Colegio Hogwarts de Magia y hechicería. Sin embargo, la espera dura poco, pues un elfo aparece en su habitación y le advierte que una amenaza mortal se cierne sobre la escuela. Así pues, Harry no se lo piensa dos veces y, acompañado de Ron, su mejor amigo, se dirige a Hogwarts en un coche volador. Pero ¿puede un aprendiz de mago defender la escuela de los malvados que pretenden destruirla? Sin saber que alguien ha abierto la Cámara de los Secretos, dejando escapar una serie de monstruos peligrosos, Harry y sus amigos Ron y Hermione tendrán que enfrentarse con arañas gigantes, serpientes encantadas, fantasmas enfurecidos y, sobre todo, con la mismísima reencarnación de su más temible adversario.


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domingo, 26 de agosto de 2007

Aforismos y sentencias - Hipócrates


El juramento, la ley, aforismos, pronósticos, casos clínicos. Este libro lo tiene todo.


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La divina comedia - Dante Alighieri

CANTO III


"POR MÍ SE VA HASTA LA CIUDAD DOLIENTE,
POR MÍ SE VA AL ETERNO SUFRIMIENTO,
POR MÍ SE VA A LA GENTE CONDENADA.


LA JUSTICIA MOVIÓ A MI ALTO ARQUITECTO.
HÍZOME LA DIVINA POTESTAD,
EL SABER SUMO Y EL AMOR PRIMERO.


ANTES DE MÍ NO FUE COSA CREADA
SINO LO ETERNO Y DURO ETERNAMENTE.
DEJAD, LOS QUE AQUÍ ENTRÁIS, TODA ESPERANZA"

(Letra de la puerta a la entrada al infierno)


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La divina comedia - Dante Alighieri

Un mundo feliz - Aldous Huxley



Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas. Encima de la entrada principal las
palabras: Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, y, en un escudo, la divisa
del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad.



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Crónica de una muerte anunciada - Gabriel García Marquez




-¡Santiago, hijo --le gritó-, qué te pasa!
Santiago Nasar la reconoció.
-Que me mataron, niña Wene -dijo.
Tropezó en el último escalón, pero se incorporó de inmediato. «Hasta tuvo el cuidado
de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas», me dijo mi tía Wene.



Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis, y se
derrumbó de bruces en la cocina.


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sábado, 25 de agosto de 2007

Historia del tiempo - Stephen Hawking



Al final de la charla, una simpática señora
ya de edad se levantó y le dijo desde el fondo de la sala: «Lo que nos ha contado
usted no son más que tonterías. El mundo es en realidad una plataforma plana
sustentada por el caparazón de una tortuga gigante». El científico sonrió
ampliamente antes de replicarle, «¿y en qué se apoya la tortuga?». «Usted es muy
inteligente, joven, muy inteligente -dijo la señora-. ¡Pero hay infinitas tortugas, una
debajo de otra!».


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El nombre de la rosa - Umberto Eco



Así era mi maestro. No sólo sabía leer en el gran libro de la naturaleza, sino
también en el modo en que los monjes leían los libros de la escritura, y
pensaban a través de ellos. Dotes éstas que, como veremos, habrían de serle
bastante útiles en los días que siguieron. Además, su explicación me pareció al
final tan obvia que la humillación por no haberla descubierto yo mismo quedó
borrada por el orgullo de compartirla ahora con él, hasta el punto de que casi
me felicité por mi agudeza. Tal es la fuerza de la verdad, que, como la bondad,
se difunde por sí misma. Alabado sea el santo nombre de nuestro señor
Jesucristo por esa hermosa revelación que entonces tuve.
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El cartero - Charles Bukowski


Estuvo bien, tenia un buen polvo, pero como todos los buenos polvos, al cabo de la tercera o cuarta noche empecé a perder interés y no volví.

Pero no podía dejar de pensar: «Caramba, todo lo que hacen estos carteros es dejar unas cuantas cartas en el buzón y echar polvos. Este es un trabajo para mí, oh sí sí sí.»




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Aura - Carlos Fuentes



Caminas hacia la otra puerta y al empujarla descubres
un baño pasado de moda: tina de cuatro patas, con florecillas pintadas sobre la
porcelana, un aguamanil azul, un retrete incomodo. Te observas en el gran espejo
ovalado del guardarropa, también de nogal, colocado en la sala de baño. Mueves
tus cejas pobladas, tu boca larga y gruesa que llena de vaho el espejo; cierras tus
ojos negros y, al abrirlos, el vaho habrá desaparecido. Dejas de contener la
respiración y te pasas una mano por el pelo oscuro y lacio; tocas con ella tu perfil
recto, tus mejillas delgadas. Cuando el vaho opaque otra vez el rostro, estarás
repitiendo ese nombre, Aura.


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jueves, 23 de agosto de 2007

Cien años de soledad - Gabriel García Marquez


José Arcadio Buendía soñó esa noche que en aquel lugar se
levantaba una ciudad ruidosa con casas de paredes de espejo. Preguntó qué ciudad era aquella, y
le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que
tuvo en el sueño una resonancia sobrenatural: Macondo.

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Cien años de soledad - Gabriel García Marquez

Viaje al centro de la tierra - Julio Verne



Entonces abri los ojos y vi las casas como aplastadas por efecto de una terrible caída, en
medio de la niebla producida por los humos de las chimeneas. Por encima de mi cabeza
pasaban desgarradas las nubes y por una ilusión óptica que invertía los movimientos
parecíanme inmóviles, en tanto que el campanario, la cúpula y yo éramos arrastrados con
una velocidad vertiginosa. A lo lejos, se extendía por un lado la campiña, tapizada de verdura
y brillaba por el otro, el azulado mar bajo un haz de rayos luminosos. El Sund se
descubría por la punta de Elsenor surcado por algunas velas blancas, que semejaban
gaviotas, y entre las brumas del Este esbozábanse apenas las ondulantes costas de Suecia.
Toda esta inmensidad arremolinábase confusamente ante mis ojos.


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miércoles, 22 de agosto de 2007

La Odisea - Homero


Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que anduvo errante mucho después de Troya sagrada asolar;
vió muchas ciudades de hombres y conoció su talante,
y dolores sufrió sin cuento en el mar tratando
de asegurar la vida y el retorno de sus compañeros.

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La iliada - Homero




1 Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males
a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa
de perros y pasto de aves -cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron
disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.




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La iliada - Homero

martes, 21 de agosto de 2007

El coronel no tiene quien le escriba - Gabriel García Márquez


-Si el gallo gana -dijo la mujer-. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo
pueda perder.

-Es un gallo que no puede perder.
-Pero suponte que pierda.
-Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso -dijo el coronel.
La mujer se desesperó.
«Y mientras tanto qué comemos», preguntó, y agarró al coronel por el cuello de
franela. Lo sacudió con energía.
-Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
-Mierda.
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domingo, 19 de agosto de 2007

Pedro Paramo - Juan Rulfo


Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo.
"No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte."
Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
-Así lo haré, madre.


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sábado, 18 de agosto de 2007

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha - Miguel de Cervantes Saavedra

"En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme..."


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El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha