El muchacho se llamaba Santiago. Comenzaba a oscurecer cuando llegó con su rebaño frente a una iglesia abandonada. El techo se había derrumbado hacía mucho tiempo y un enorme sicomoro había crecido en el lugar que antes ocupaba la sacristía.
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1 comentario:
Gracias Carolus por tu comentario.
Tomaré en cuenta tu sugerencia.
Nos vemos.
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